No me gusta hablar de maldiciones, pero a veces es necesario. Maldición haber votado por el peje, creyendo en su cordura y darse cuenta que cuerdo, precisamente, nunca fue. Maldición echar la casa por la ventana cuando juega la selección y que no caiga un solo gol. Maldición levantarse temprano para la escuela y que se vaya el camión. Maldición esperar semanas para ver una serie, película o algo en la televisión y quedarse dormido. Maldición guardar tu mejor ropa para una ocasión especial, y que ésta pase de moda, o no te quede o peor aún que esa ocasión especial nunca llegue. Maldición que se rompa tu perfume favorito, original, carísimo. Maldición regalar flores a quien desearía que otro se las diese. Maldición salir de tu casa muy primaveral y que llueva. Maldición contar un secreto y que lo cuenten. Maldición llegar a un lugar y que se te rompa un tacón. Maldición dejar tu cartera, bolsa o billetera en tu casa. Maldición perderte en tu misma ciudad. Maldición que te dejen plantado, lleguen tarde o hasta que ni sepan quién eres. Maldición que te despierten con una estupidez. Maldición irle al América y no darse cuenta de las consecuencias. Maldición salir de tu casa sin lentes de sol, en un día absurdamente soleado, exponiéndote a la aparición de arrugas. Por cierto, maldición que aún no encuentren la fuente de la eterna juventud y la cura del SIDA. Maldición que no te corten bien el cabello. Maldición vivir en planetas diferentes. Maldición que a nadie le guste, verdaderamente, Chico ché. Maldición que el gober precioso, no esté tan bello como quisiera. Maldición hablar como chilango. Maldición ser naco. Maldición no poder estar en un concierto de Delfín has…..ta el finnnnn. Maldición no vivir en Ecuador o Perú, allá es tan divertido. Maldición ser tercermundista, de mente y de corazón. Maldición compartir un salón de clases con 60 almas, perdidas. Maldición perder tu tiempo en un blog que nadie lee. Maldición decir palabras como siempre y nunca. Maldición seguir creyendo en ti y en todos, en cada uno y en todas las personas. Maldición, ¡maldición!, si todo esto te ha paso, eres un maldito. Pero como a mí no me ha pasado todo esto, sobre todo no le voy al América, ni mando flores, tengo que contarles mi peor maldición: tener un ángel perezoso, que ya no me habla, que ya no me escucha, pero que aquí está, diciendo lo que nunca he sido, y soñando con lo que siempre seré, aquí está como eso, como una maldición, ni me ayuda, ni me estorba, me hace una maldita, una maldita maldición-. |