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miércoles, octubre 18, 2006 |
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Mi vida en unas cuartillas…
Una familia pequeña: Mery Rodríguez, la madre, Javier Osuna, el padre y con ellos una hermosa pequeña de dos años: Yalitza Osuna Rodríguez. En un pequeño gran cambio de planes deciden mudarse del estado de Puebla al estado de Michoacán en donde esperarían la llegada de su segundo hijo, en este caso sus segundos hijos. Transcurrieron los meses y el 29 de Diciembre de 1986 ante la mirada curiosa de su madre, nacieron: Massiel Osuna, primero, la más grande y gorda, pero también la más débil. Seguido nació él, Javier Iván Osuna Rodríguez, el pequeño flaquito. Después de unos días en el hospital hasta que la pequeña se repuso, los nuevos bebes llegaron a su hogar donde ya los esperaba, emocionada, su hermana mayor. Aquí empieza la historia de ella, la del medio, Massiel la gemela. Primero su nombre fue difícil de elegir, pues sus padres no se ponían de acuerdo, y tras varias propuestas escogieron éste, mismo que ella detesta. Los doctores veían un poco probable que la pequeña pudiera caminar y desenvolverse (físicamente) normalmente. Sin embargo, pese a las opiniones de los doctores a los nueve meses empezó a caminar sola y a decir sus primeras palabras: Ahí empezó la lucha de comparaciones con sus hermanos. Siempre en medio de los dos, siempre compartiendo con los dos. Sus primeros cuatro años vivió en su ciudad natal, siempre sorprendía con sus comentarios, dicen que actuaba como grande y se veía tan chiquita. A la edad de cuatro años, sus padres, todavía ella no sabe por qué, decidieron viajar al país natal de su madre: República Dominicana, para seguir una vida en aquella isla caribeña. Dejaron comodidades y trabajos seguros y se fueron a echar suerte poniendo aguas de por medio. Para Massiel era un juego, otro viaje, pero no sabía que tal vez era un viaje para siempre. Viajaron ella, su madre y sus dos hermanos, meses más tarde los alcanzó su padre. Poco a poco el carácter de la pequeña fue consolidándose y su personalidad se volvía fuerte, quizá la más fuerte de los tres niños. Su apariencia física, diferente a la de sus hermanos, siempre resaltaba y llamaba la atención de la gente. Ganó primeros lugares académicos, dejando atrás a su hermano y se distinguía en otras actividades, tal vez mejor que su hermana. Una niña siempre activa, juguetona, pero a la vez solitaria, le gustaba jugar sola con sus muñecas, con su hasta hoy inseparable amigo “Joselito” un muñeco de peluche gris, sin mayor gracia. A los seis años conoció a “Cuquito”, un amigo que viajó, no se de donde, pero que compartió con ella esos momentos de soledad pero con mucha alegría, aunque para los ojos de los demás parecía una loca, pues se amigo sólo estaba en su imaginación. Siempre tuvo buena relación con su familia, pero en especial con sus hermanos. Parecía que la niña no le temía a nada, lloraba pocas veces y siempre estaba ahí para salvar a su hermano gemelo de la oscuridad. Pero mese más tarde a raíz de un accidente, el fuego se volvió su más grande miedo, y el fracaso también, aunque no tenga nada que ver con esto, sólo aprovecho para mencionarlo. Al poco tiempo y después de no haber conseguido lo que buscaban sus padres decidieron regresar a México, al estado de Sinaloa de donde originario su padre, y el primero en irse fue su papá. Esos meses fueron terribles para la economía de la familia, no hubieron regalos de navidad, ni pastel de cumpleaños y ella entendía, aunque ahora le cueste trabajo entenderlo. Y un día de verano dejó a la familia de mamá, dejó el merengue y la bachata, dejó la Quisquella y regresó a su país junto con su familia, todavía recuerda ese rencuentro con su padre, él estaba feliz y esos niños más, ¡Su papá tenía un carro!. Vivían en casa de abuela paterna, una mujer de mal carácter, poco cariñosa, el lado opuesto de su abuela materna; pero casi nunca estaba en casa, gracias a Dios. El cambio de escuela, de ambiente fue muy complicado, y es que los niños son crueles. Las diferencias de expresiones, de acentos, de costumbres fueron blancos de burlas de los compañeros de Massiel hacia ella. Pero su particular sentido del humor la ayudó y poco a poco se ganó a sus compañeros que pronto la aceptaron. Muchos concurso ganados, calificaciones excelentes y una niña que no daba ningún problema a sus padres, quienes ya tenían demasiado lidiando con una adolescente rebelde en casa. Llegó la secundaria, y sus padres hartos, quizá, de los desplantes de la abuela rentaron un departamento. A esta edad Massiel descubrió que amaba soñar, que en eso ocupaba la mayor parte de su tiempo, y que quizá con el tiempo llegaría un héroe que la iba a rescatar de ese mundo de sueños para llevarla a una hermosa realidad. Empezaron las relaciones amorosas y los corazones rotos también. Arrebató mascaras de quienes afirmaban un amor duradero, y siguió confiando. Es más, ella confía todavía. Pasó la secundaria como quizá muchos lo hicieron, se hizo una señorita, no se cómo ni cuándo sucedió. La situación económica mejoraba y sus padres compraron una casa en donde aún viven sus padres y hermanos. Los diplomas y reconocimientos se volvieron colección y llegó la preparatoria. Cambió de escuela pública a privada, sus amigas no se lo perdonaron nunca, ¿Quién es el discriminado? Pero empezó lo que sería, hasta hoy, la mejor etapa de su vida, conoció a sus mejores amigas, en primer lugar unas gemelas, hijas de unos amigos de sus padres: Corazón de María (la mejor) y Corazón de Jesús, y Sara (no es un segundo lugar). Se enamoró por primera vez, la situación en su casa era muy buena, con sus padres y con sus hermanos. Pero llegó el fin de ese bello noviazgo y la tristeza se apoderó de la ahora adolescente, cambió sus hábitos de actividad constante por una apatía crónica. Un año entero encerrada de la casa a la escuela y, de la escuela a la casa. Pero las notas nunca bajaron, ella siempre quería ser la mejor, no me pregunten por qué. Después de ese horrible año estaba a un paso de llegar a la universidad y después de una larga búsqueda de escuelas en donde ella se aferraba a estudiar periodismo, se topó con la universidad poblana UPAEP en donde después de tanto buscar decidió inscribirse para vivir uno de sus grandes sueños. Se mudó, otra vez, del norte del país al centro/sur, y desde que inició su carrera universitaria ha vivido: pérdidas de sus familiares, desamores poco sufribles, logros y fracasos. Y hoy con 19 años, y un miedo terrible a seguir envejeciendo, puede decir que ha tenido una vida hermosa, ha estado abajo, pero también arriba. Esa niña que ahora es una joven, es la que escribe esta historia y la seguirá escribiendo, esa soy yo. Quiero aclarar que sigo soñando, sigue siendo mi mejor pasatiempo. Todavía platico con “Joselito”, le temo al fuego, tengo ese carácter fuerte “corazón de piedra” diría mi hermana. Sigo a la espera de ese héroe, detestaría fracasar pero más detestaría no levantarme. Y si de niña lloraba poco, ahora lo hago con gusto porque así es la vida, en este corto pero largo camino he aprendido muchas cosas, y he visto pasar mucha gente, pero gracias a Dios aquí me he quedado yo. |
posted by Masheliita&aLex @ 9:47 a.m.   |
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