♥ ¿Qué ves? ♥ m&a

Amiga: Algún día seremos
felices

Se acercaba cuidadosamente, yo ya la sentía. Estaba a punto de impedir su llegada al mundo, pero no pude contenerme y lloré. ¡Sí las lágrimas mojaron nuevamente mis mejillas! Me sentía como una niña que le quitan su juguete, sólo que ni era niña ni tenía un juguete. Era extraño verme llorar otra ves, pero era el día trece de ese mes y tenía que hacerlo. O quizá tengo que ponerles un pretexto para no explicar porque lloré. Fue por débil. Pero lo importante no es el llanto. Ni la razón de éste. Sólo lloré una lágrima, pequeña, mojada (como todas), que salió de mis ojos y que se dirijía suavemenete hasta mis labios andando por mis mejillas, y llevaba un nombre. El nombre tampoco es importante, al menos no para ustedes (sólo despertaría el morbo, y no queremos eso o si?), pero mi mano, dura y fria como aprendió a ser, en un segundo acabó con la vida mojada y triste de una lágrima, sí, esa, la que se encaminaba a mis labios. Quizá lo hizo para evitar que probara la salada gota que salió de mis ojos, o la destryó para que no apareciera otra. Quién sabe. Pero entonces un nudo en mi garganta se desató y, un sin número de esas lágrimas con el mismo nombre que la otra (eran tocallas) invadieron mi rostro, mis manos luchaban contra ellas, ¡las dos!, pero moría una y ya estaba la otra asomandose desde mis ojos, avisando que detrás de ella vendrían más, y más. Era uuna guerra, una guerra que empezaba desde adentro, no se si desde el corazón o de dónde, pero de ese lugar donde se guardan los sentimientos, donde esta la fabrica del dolor y la tristeza; también de la felicidad, me imagino. Y la guerra, entonces, se extendía hasta mis ojos que eran tanques de lágrimas, y mis manos que se convirtieron en escudos. Era una batalla dificil de ganar, yo no sabía a quién le iba, pero tenía que hacer algo, no me podía pasar la vida llorando, ni el día tampoco. Aí que dejé de llorar, porque además me molesta ser débil. Recoger el motín de guerra fuen todavía mas complicado porque sólo quedó una cara roja semimojada y un líquido parecido a las lágrimas que salía de mi nariz y que terminó en un bote de basura untado en un pedazo de papel. Parece que en la batalla no ganó nadie. Ni los que querían llorar, ni los que impedían el llanto. Así que pensé, que alguien tuvo que haber ganado, y me pasé como… más o menos… dos minutos darme cuenta que gané yo. Digo, eso no me hizo más feliz, al contrario, me dieron ganas de llorar en ese momento. ¡Valla concurso que se me ocurre ganar, ni me dieron premio! Entonces recordé las palabras sabias de alguien que quiero mucho, alguien que no se cómo ni por qué se cruzó en mi camino porque es de las mejores cosas que hay en mi vida (claro y mi familia), sin menos preciar a nadie, mi mejor amiga; ella siempre me dice: “amiga algún día seremos felices”, yo le creo porque lo dice ella, pero mis lágrimas me gritan “no seas tonta”, pero yo le creo a mi amiga. Y, sí algún día amiga, seremos felices.