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Soy una
princesa

Soy una princesa y como tal debo hablarles con todo el respeto que la corona me merece. Se que nadie me cree o me dan el avión, incluso habrá quien piense que tengo algún problema porque digo ser una princesa pero lo soy; y puedo demostrarlo. En primer lugar tengo un castillo, de sueños, pero castillo al fin, y es grandioso tiene una torre grande en donde me encierro a veces a separar fantasías de realidades. Mi castillo es único, además no hay quien lo haya podido destruir, lo han atacado, varias veces, pero derribarlo NUNCA. Es el castillo más grande que he visto, y ahí me paso horas y horas deseando que algún príncipe, de cualquier color, me ayude a reinarlo, pero esa es otra historia. Tengo, también, una herencia digna de la realeza, enseñanza, inteligencia, aprendizajes, experiencia, educación, y esas cosas que no compras en la esquina. A un lado mío me acompaña él, el ángel, no lo digan fuerte porque se asusta y se va (como hada madrina), en ocasiones volteo la cara y le hablo, y la gente me ve extrañada pero les sonrío, y entienden que soy una princesa y puedo hablar “sola”. Tengo un matrimonio arreglado con el bello príncipe del castillo lejano, y con él, la esperanza de que me busque y se quede conmigo, como sea, y que me ame desde la primer mirada, desde el primer beso; y que no pueda dejar de pensar en mi, como yo lo hago aún sin conocerlo, pero lo amo, porque en mi torre lo he visto, pero lo he dejado en el cesto de la fantasía, en espera de que pase el tiempo y lo saque de ahí para hacer de el mi más hermosa realidad; pero el tiempo dirá, mi príncipe vendrá, mientras tanto yo me prepararé, y seguramente me equivocaré con otros tontos, que se creerán príncipes. Tengo zapatillas, tiaras y joyas de cristal que sólo uso en ocasiones especiales, cuando me reúno con otras princesas, cuando salgo de mi castillo a visitar otros; pero los demás deben creer, y eso nunca pasa, nadie cree que soy princesa, a veces me pone triste, pero en ocasiones los miro y siento pena, en verdad, de su falta de corazón y su incapacidad de imaginar y creer, en las princesas, en mí, pero continuo. Soy una princesa porque, además, mi padre me lo ha dicho, y mi madre también, y ellos no tienen porque mentirme, son mis padres, jamás me harían creer que soy algo que no soy. Tengo un carroza que me lleva a los mejores lugares del mundo, con sólo cerrar los ojos, y que se estaciona lentamente para que al abrirlos mire las estrellas, eso me encanta, tal vez nunca lo había dicho. Tengo un ama de llaves, peones, ejércitos, cocineros y mucha gente a mi servicio, que por rarezas del destino llevan mi nombre, y se parecen a mí, y a veces no hacen bien sus tareas, pero ser princesa siempre sale mejor. Y tengo tantas cosas, y quisiera que supieran, que ser princesa no es fácil, pero lo asumo con gusto y levanto la cara, orgullosa, por ser la mejor princesa que mi reino ha tenido, y si no los convenzo y no les gusta, no habrá más que hacer. No podemos jugar con el destino, seguiré siendo princesa. Y tendré mi corona y todo lo que imaginen que es una princesa yo lo seré, y si no imaginan nada entonces sólo puedo decirles que la del problema no soy yo.